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lunes, 3 de febrero de 2014

Arrancando motores.

La vida te da sorpresas (que diría la canción), y la que me ha dado a mí ha sido sacarme de mi trabajo y darme una patada (con amor) hasta el otro lado del Atlántico (y más lejos que me pillaba a mí, que nací en el Mediterráneo, como Serrat).

Así que os saludo desde mi nuevo hogar y país de acogida, del que tanto tengo que aprender y con tantas ideas preconcebidas que me lo pondrán un poquito más difícil.

Los cambios ocurridos en los dos últimos años y este "empezar de cero" me han animado a entrar en un proceso de cambio de dieta que espero que se afiance y se convierta en una buena costumbre en lugar de un esfuerzo.

Hace varios años, en un encuentro de la UVE en Málaga, recuerdo que hubo alguien que comentó que el no era herbívoro, sino "desastrívoro", porque su alimentación, si bien vegetariana, era un desastre. A mí me ha pasado igual, y no es ninguna tontería decir que una alimentación veg*ana puede ser más desequilibrada que una omnívora (¿o acaso no son veganos el helado de soja, las oreo y las patatas fritas?). El problema ahora no es que yo soy la única responsable de mi alimentación de mier**: es que estoy criando a una personita que depende de mí y de que le ofrezca una alimentación sana y equilibrada para crecer.

Así que aquí es donde estamos, intentando organizar un desorden que va más allá de lo que ven los ojos.

¡Arrancando motores y preparándonos para el despegue!

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